LO QUE NADIE TE DICE SOBRE... SER MILENIAL


Yo soy súper presumida de mis amigos y conocidos, soy la típica: mirá que un amigo, mirá que una amiga y en serio pienso que conozco a la gente más cool y que nadie se atreva a decir lo contrario. Hace unos días hablaba con alguien sobre mis amigos. La persona con la que hablaba es una persona mayor, me miró asombrada y me dijo: ¡todos tus amigos siempre andan en algo! Pues sí. Y si ese algo implica viajar, somos los primeros alistando maletas.

Somos la generación de la tecnología, de las redes sociales: life style, vlogging, blogging, moda… y estamos todos metidos en el cuento de ser millennials, los de la sed de aventuras. Unos piensan que no queremos trabajar, otros que solo queremos vivir viajando, otros piensan que somos los insensatos con spam de atención corto y adictos a los retos, que somos unos hippies tecnológicos –si es que tal cosa existe-... y otros que nos hizo falta más mano dura.

En una película de las de triunfos robados un personaje dice una de mis frases favoritas, algo así como que: en la vida hay momentos en los que uno se pregunta ¿por qué? Y otros en los que uno se pregunta ¿por qué no? Y creo que es un buen lema para nosotros.  Es este ¿por qué? La barrera entre el mensaje que otras generaciones nos querían transmitir y nosotros. Ejemplo: te gradúas de secundaria, vas a la universidad, te conviertes en profesional, consigues un trabajo por toda tu vida, te casas, formas una familia y te jubilas. Nosotros: ¿por qué?  Te gradúas del colegio, te tomas un “gap year” o te gradúas de la universidad y te tomas un “gap year”: ¿por qué no?

Tenemos una noción distinta de la vida, creo que a partir de mi generación –¡viva la Y!- manejamos un concepto de integralidad en el que no queremos compartimentalizar; la vida tiene una dimensión personal, profesional, espiritual  y las queremos – que digo- necesitamos todas marchando a las mil maravillas, para sentirnos realizados.  Somos los ambiciosos que  luchan por cumplir unos objetivos -que puede incluso no sean los propios- que no paran de moverse y que temen a la infelicidad, porque contrario a lo que puedan pensar sí tenemos preocupaciones y una de ellas es ser infelices.

Nos hemos enseñado a través de tantos medios que vale la pena luchar por los sueños, que el universo conspira cuando quieres algo para que lo obtengas, que el mundo es espectacular y hay que darse la oportunidad de conocerlo, que es posible encontrar un trabajo que te llene personal y profesionalmente, que el amor todo lo vence, que los bienes materiales no lo son todo sino las experiencias etc… Y entonces después de esta descarga de frases y fotos en Instagram, videos y demás quedamos eufóricos, ansiosos y… decepcionados.

Así es. Decepción que lleva a la angustia y a esa insatisfacción a la que no somos ajenos. ¿Por qué? ¿Es que acaso esa felicidad de ensueño es solo derecho de unos cuantos? Aquí viene una de las cosas que he ido aprendiendo. Nadie muestra lo que hay detrás de todas esas frases inspiradoras, nadie te dice que la vida laboral no está sacada de un sit-com americano, que el universo no conspira –esa frase no se imaginan a cuál punto me disgusta- sino que hay SACRIFICIOS detrás. Que cumplir los sueños NO es fácil, sin llegar a decir que es imposible.


Creo que a medida que crecemos nos damos cuenta que tal vez no sea posible tener la vida de “fotografía de Instagram”, pero sí una vida real, una que se logra con trabajo duro y en la que nos tocará tomar decisiones difíciles y que nos harán sentir como si camináramos al borde del precipicio.  Si hay algo que admiro en nosotros –si sirve que lo diga yo misma-  es que estamos dispuestos a tomar ciertos riesgos y que no estamos dispuestos a conformarnos. Sin embargo al hacernos grandecitos también se hace importante saber cuándo aceptar. Cuándo aceptar que habrá cosas que no se obtendrán,  que la felicidad se encuentra de formas distintas y que el “no pain, no gain” no aplica solo para el gimnasio.





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