¿A ustedes les gusta planear? A mi sí, hay que ver cómo me
gusta planear. Pero también tengo momentos de espontaneidad, dependiendo de
varios factores hay personas que conocen un lado de mí más que otro.
Este post es un momento de espontaneidad y en cierta manera
por su naturaleza improvisada puede que sea mi post más personal; es en
realidad una declaración.
No puedo dejar de pensar últimamente en todas esas realidades
que nos pasan desapercibidas y que por no vivir como propias nos crean
incredulidad, como que si no nos pasa no es cierto. A veces pienso que estando
en un mismo planeta, continente, zona horaria, país, ciudad, vecindario y casa
nos creamos realidades alternas en las que nos desconectamos por completo del
otro.
Cada uno tiene problemas y desde luego tenemos el derecho a
ser absorbidos de vez en cuando por ellos, creo que el problema viene cuando
entramos en negación de los problemas de otro. Ya casi llego a mi punto no se
me pierdan.
Para los que me conocen de buen tiempo o …realmente para los
que tienen el hábito de prestar atención no es difícil creer –porque ya lo
saben- lo que inevitablemente se convertirá en el final de este texto. Creo en
la felicidad aún si no sé cómo definirla, creo que el negro va realmente con
todos los colores (incluso con el café, contrario a lo que por ahí escuché una
vez), no creo en usar verde con morado (aunque tal vez lo he hecho) y entre
muchas otras cosas creo que todos somos iguales. Tenemos las mismas necesidades
básicas, los mismos derechos, deberes, las leyes de la física nos aplican a
todos.
Creo en la igualdad de la humanidad, la respeto y valoro. Y
en un mundo no perfecto pero sí más sano (por calificarlo de una manera) eso
sería suficiente, porque el ser humano procuraría que la balanza esté en
equilibrio para todos. Pero no es suficiente porque existen personas como esta
por dar un ejemplo:
Y luego la negación nos lleva a pensar que cuando las mujeres reclaman
ciertas cosas, cuando se unen en protesta se trata de algún complejo de inferioridad
o de superioridad y elegimos tomar la antipostura: que si es esto eres aquello
y no puedes ser aquello, que por qué no existe también movimiento para esto,
que por qué no pelean también por esto otro… y cualquier cantidad de cosas que
nos desvían del verdadero problema que hemos creado: no concebimos que de hecho
el otro sea igual; con sueños, miedos, objetivos, que merezca las mismas cosas
que nosotros, que su trabajo implique esfuerzo, que para llegar donde está ha hecho sacrificios...
Al final del día soy una f- feminista, si existiera el
equivalente para solo los hombres también lo sería. –qué carajos soy
masculinista (si hay el adjetivo verdadero por favor informar)- si existe para
los refugiados e inmigrantes también lo sería, si vamos a ser exhaustivos. El principio es el
mismo y olvidamos eso por enredarnos en palabras y malinterpretaciones. Seamos
humanistas y dejémonos de tanto cuento.
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