Sé que el sueño de la mayoría si no todas las personas que
conozco: es viajar. Como para variar el mio también. Me encantan los aviones,
los vuelos y amo los aeropuertos.
En el último viaje que hice en avión me pasaron cosas muy
peculiares y para los que no me conocen personalmente (y se perdieron el post
en el que lo mencioné) mi cerebro lidia de cierta manera con la información;
hace asociaciones extrañas. Así que con lo peculiar viene lo aleatorio.
En el vuelo de ida estuve sentada junto a pasajeros
agradables que durmieron, comieron y sonrieron cuando debían. ¿por qué comienzo
con este dato tan básico? Porque cuando se trata de compañeros los hay de todos los estilos, y estar en un
aparato casi sellado a miles de pies de altura, sin opción de esconderse en el
baño por mucho tiempo con un compañero tipo Sheldon Cooper no es mi idea de “interesante”.
Por ese lado todo bien. Luego vino lo
impresionante.
Lo impresionante de este viaje no fue ver como la azafata
intentaba sonreír cuando el resto de su rostro y lenguaje corporal delataban
las ganas que tenía de arrojarnos a todos por una salida de emergencia. No. Lo
impresionante fue que por primera vez vi otros aviones compartiendo cielo con
aquel en el que iba. Es hermoso. Mi español se queda corto. Entre las nubes se encuentran unas vistas
maravillosas, de esas que te roban el aliento, te hacen dar gracias, te
devuelven la humildad y te dan un sentimiento de bienestar tan profundo que lo
único que quieres es compartirlo. De hecho lo hice, cuando publiqué esto:
Tal vez son las luces, tal vez fue el cielo nocturno lleno de pequeñas estrellas fugaces transportando sueños, tal vez es mi espíritu reconociendo cerca su hogar... por la razón que sea, pido que estés bien. Deseo que ames, que seas amado, que si lloras alguien te de un abrazo, que si te sientes perdido encuentres tu camino y que te haga feliz, que si tienes miedo, lo aceptes y actúes a pesar de él; que seas humano, que vivas en el presente aún si tus ojos se preguntan por lo que viene. Que vivas. Que vivas. Que vivas. #love2theWorld
En el vuelo de regreso, después que mi sentido del humor se
retorciera tanto como una vez lo hizo la conciencia de los políticos y diera “play”
a “Message in a bottle” justo en el momento del despegue (de un vuelo
transatlántico), no pude evitar notar a una de las azafatas –no es obsesión
solo observación- sin duda neerlandesa, cuya cabeza evitaba el techo del avión
por escasos centímetros.
Después de ese vuelo y gracias a un libro en el que alguien
con algo de humor habla sobre estereotipos de nacionalidades, pensé: ¿cómo
puedo afirmar que era Neerlandesa? Luego me resultó inevitable plantearme el mismo ejercicio que el personaje.
Si yo fuera neerlandesa sería súper alta, tendría un nombre
tipo Nortje y pasaría media vida explicando como pronunciarlo, me reiría (sin
crueldad) de los que piensan que netherlands/países bajos es igual a Holanda y de los
que pronuncian Schiphol como si fuera una palabra en inglés.
Luego pensé: Los suecos también son altos. Si fuera sueca
mis piernas llegarían hasta donde ahora llega mi cabeza, me llamaría Lisbeth Sjölander (o algún otro nombre con diéresis) sería DJ o artista y sería feliz de hablar un idioma que es tremendamente difícil
de aprender.
¿qué tiene que ver esto con el principio de mi historia de
viaje? Que llevaba una maleta de mano pesada y soy demasiado baja para meterla en el
compartimiento superior sin el miedo a que caiga sobre mi cabeza o perder un
brazo.
Y ustedes, basándose en estereotipos (que todos sabemos no son siempre acertados) ¿de dónde serían?
Para todos mis viajeros intergalácticos esto es para ustedes:
"Más allá de la tormenta
parto de viaje
mi alma al viento
el corazón elefante,
partí de aquí
para encontrarme con la vida
vivir
enormemente
sobre los hombros de gigantes."
Fréro Delavega
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