Con el tiempo me he dado cuenta de las diferentes implicaciones de ser colombiana en el exterior, y cuando digo esto, me refiero no solo al hecho de tener un pasaporte que diga en la caratula: República de Colombia.
Ya estoy acostumbrada al trato preferencial que me gana en los aeropuertos; digo, después de suficientes maletas revisadas hasta el cansancio, productos para el cabello derramados sobre mi ropa (¡blanca!) creando manchas imposibles de remover, un bolsillo arrancado (esa vez fue el colmo), manillas arrancadas y sesiones de preguntas en migración… Después de todo esto resulta difícil no entender el mensaje: ¡somos especiales!
Pero esta característica no nos minimiza. Sí, el momentito incomodo, molesto y en ocasiones hasta humillante se pasa, pero no dos veces. Ah no. Uno después ya es un diamante y es libre para mostrar cómo es realmente nacer en nuestro país.
Cuando uno es colombiano:
* Tiene un máster en callar a insensatos con sutileza, contrario a lo que uno de los niños dice en “Los tuyos, los míos y los nuestros” la ignorancia no se soluciona con una golpiza. Uno educa (y hacer sentir culpable en consecuencia 😁).
* Pero nosotros también somos expertos en detectar causas perdidas y no perder nuestro tiempo. Uno tiene el radar de prejuiciosos activado y bien calibrado.
* Los “desplantes” no nos hacen hueco en la autoestima, no por mucho tiempo de todos modos. No nos creamos resentimientos o mala sangre.
Cuando hablaba de ser colombian@ me refería también a esas características que bien sea por el clima, la comida, los ríos y el mar; son nuestras. Les digo algo que yo sé que probablemente ya saben: el colombiano es agradable y las personas del exterior lo notan. Somos los alegres del grupo, los que nos tomamos el tiempo de compartir con los demás para conocer su cultura, los empáticos y sobre todo somos capaces de crear una sola nacionalidad para nuestros amigos, sin importar de dónde vengan.
He recorrido un camino que me ha permitido conocer historias y vivir otras sobre lo que es estar en el exterior, y sé que las cosas están cambiando para bien, la única forma por la cual eso ha sido posible es por nosotros mismos. El camino que recorremos puede estar un poco más lleno de inconvenientes respecto al de otros, pero seguimos avanzando, sonreímos, nos sacudimos y seguimos adelante. Como colombianos sabemos de dónde venimos, lo que tenemos y que nuestro valor lo determinamos con nuestras acciones día a día. Eso, apreciados todos, se llama tener carácter.
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