Cuando llega navidad y se acerca el fin de año, todos
entramos en una especie de fase maníaco depresiva.Esto lo digo con todo el respeto, porque el trastorno maníaco depresivo es algo serio, pero la verdad es que todos nos debatimos entre dos
sentimientos: la euforia del consumismo, las luces, las fiestas, el pedazo de
pavo que da la empresa y las “vacaciones; y la angustia de llegar al 31 de diciembre con
la cuenta de Instagram llena de cuentas de personas fit pero la balanza
diciéndote lo mismo que el año anterior, el mismo carro, empleo, novio y una
lista de propósitos con un cumplimiento del 10% (que es lo que usualmente se cumple en enero
cuando todavía se está motivado).
Yo era de las que hasta mi juventud temprana me tomaba a
pecho eso de que como me tomaran las 12 de la media noche el 31 de diciembre
así iba a ser todo mi año, así que me esforzaba por estar riéndome o haciendo
algo cool, pero resulta que las supersticiones y yo no somos muy amigas; todo
intento de seguirlas no salía como debería.
Las uvas. Ni me las mencionen. Nunca he podido terminarlas
en el mismo año, de hecho no entiendo si el propósito es comerlas en el último
minuto del año que termina o en el primero del año que comienza. En todo caso,
mi lucha con las pepitas de las uvas es una causa perdida.
Mis respetos para los que intentan lo de la papa con
cáscara, pelada y semi pelada. Yo no necesito ese tipo de energía en mi vida. Salir a correr con la maleta me da pereza y no
hablaré sobre ropa interior.
Entonces qué hace una chica como yo para saltarse un poco
todo ese drama que creamos alrededor de las fiestas de fin de año: Ver
películas. Creo que es lo más consistente que he sido con una tradición, a lo
largo de los años para el fin de año mi plan mañanero cuando estaba en
vacaciones de la universidad, vacaciones colectivas (y ejem, desempleo) era verme una película con tema navideño y son las mismas desde hace ya buen tiempo. Ya me las se de
memoria, repito los diálogos, soy un personaje más pero igual mes las veo. igual no es como si todos los canales de TV no las mostraran cada año. Aquí mi mini lista.
Home alone
1 y Home alone 3. Clásicos. Me
hago vieja con estas películas y aunque pienso que en serio esos ladrones son los más malos de la historia, todavía me entretengo.
Love Actually. Esta es mi favorita para ver en diciembre. Antes de los secuestros a su familia y toda la
acción, Liam Neeson era uno de los padrastros más chéveres, en serio; díganme
si encuentran una relación más cool entre padrastro e hijastro que la de él con
Thomas Sangster o una declaración de amor no correspondido más épica que la de
Andrew Lincoln antes que comenzara el estrés del apocalipsis zombi… o qué me
dicen del matrimonio entre la profe más extraña y el menos querido de Hogwarts.
Épica.
Harry Potter y la Piedra Filosofal. ¿Por qué esta y no otras
en las que también hay navidad? Porque es la primer navidad de Harry con gente
que lo quiere y porque es cuando recibe uno de los mejores regalos de navidad
en la historia de los mejores regalos – después del sweater de la sra. Weasley -¡La capa de invisibilidad!
Milagro en la calle 34. Yo no creo en santa Claus en papá Noel o como lo llamen, pero Kris Kringle
es muy tierno, también Mara Wilson de niña.
El grinch. Lo que Hulk lo tiene de grande, el grinch lo
tiene en sentido del humor. ¿Cómo no quererlo, cuando todos hemos sido el
grinch? Caso cerrado.
Termino este post con un enorme y muy sentido: ¡Gracias! Sí, gracias por estar del otro lado de sus pantallas y leer mis publicaciones. Para todos unas felices fiestas con la tradición más bonita de todas: estar en familia; y por familia me refiero a todas las personas que los aprecian y son invaluables en sus corazones.
Un abrazo y espero que el 2017 se venga con todo lo bueno... incluyendo más post para compartir.
Love.
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